Calma Elacio

El tomate premiado que ayuda a crear puestos de trabajo en la provincia de Málaga

Jueves, 01 de Agosto de 2024

Un sello de calidad que prima el comercio justo en valle del Guadalhorce malagueño ha devuelto el esplendor al tomate huevo de toro, entre otras exquisitas verduras de temporada. Javier Vicente Caballero. Imágenes: Arcadio Shelk

Por estas tierras dicen que como el tomate huevo de toro –en su fisonomía se halla su símil– no hay otro. Que ofrece una mezcla balanceada de acidez y dulzura (medida en briks), una piel fina, textura sabrosa en la mordida y una largura en boca como verano que no acaba. Esta solanácea multilobular es venerada como una reina en el Valle del Guadalhorce malagueño, donde ha encontrado un campo idóneo, unas manos encallecidas para mimarla y un comercio justo que mira por el agricultor. Con una saga detrás con más de cuatro décadas de experiencia en el sector hortofrutícola, Calma Eladio lleva por nombre un sello de calidad que trabaja con producciones agrícolas cercanas, con la estacionalidad por mandamiento, en la provincia de Málaga. Y ha levantado un monumento al tomate de estos pagos. Asimismo, esquivando los estragos de la sequía y el estrangulamiento de los precios de mercado, Calma Eladio garantiza un rédito acorde y justo para los productores– como de este tomate huevo de toro de campeonatos–, así como un producto intachable para el cliente final, ya sean hoteles de lujo (Puente Romano, Finca Cortesín, Los Monteros, Marbella Club...) un supermercado, una tienda gourmet o restaurantes con estrella como los que abre Dani García. Como ideólogo, Paco García, fundador y director del restaurante El Lago (Marbella) que se ha enrolado a la familia fundadora (Eladio Rueda) y hoy ejerce de director de agricultura y de la división gastronómica de la compañía. “El trabajo del agricultor es el más marginado de la cadena. Todo el mundo va a apretarle, a estrujarle todo lo que se pueda, y los grandes beneficios se lo llevan los intermediarios que no tienen ningún riesgo. Cada vez que vengo aquí, a pie de campo, siento más y más admiración. Porque encima estos agricultores tienen que lidiar con la sequía y el cambio climático. Muchos de ellos han pasado de querer abandonar a contratar mano de obra”, arguye. Hoy Paco García visita a Pepe Álvarez, caminando entre los cultivos de este suelo arenoso necesitado de agua y memoria en Coín. Kilómetro cero y sostenibilidad son ley, que no vacuos vocablos. El cultivo de Pepe es una paleta de colores en estas tierras de Partido de los Llanos. “Contamos con unas 15 000 tomateras, unos 100 000 kilos al año, según venga. Eladio nos compra el tomate a un precio fijo. Este tomate es muy difícil de sacar, no es híbrido, es una reliquia. El índice de lluvias está siendo catastrófico. Antes esto era un jardín, con veranos cálidos e inviernos lluviosos. Y todo sin química. Además, cultivamos lechugas romanas, algo de pera obélix, cebolletas, coliflor, una variedad de cebolla riquísima, y ajos. Tiramos de regadío, claro, y de un pozo. En verano nos viene lo fuerte en cuanto a producción. El año pasado pusimos 3000 matas de guisantes”, explica el agricultor en estas tierras al aire libre.

 

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Sin relevo generacional, con una competencia que tira los precios y un suelo pobre arenoso “que serviría pa hacer botijos”, la finca de Pepe ejemplifica los problemas de otros tantos agricultores, que gracias a Calma Eladio cuentan con un horizonte más esperanzador. La firma, que además se involucra en la creación de puestos de trabajo de cada productor (hay mujeres que huyen de la guerra de Ucrania y que han encontrado suelos de esperanza y un porvenir para sus hijos), trabaja con alcachofas y pimientos en Campanillas (junto al aeropuerto de Málaga), aguacates en Estepona, tomate ecológico en Alhaurín de la Torre o huevos ecológicos en Mijas Costa, entre otras muchas frutas y verduras de un ancho portfolio. Calma Eladio, asimismo, lleva el marchamo y la experiencia de Frutas y Verduras Eladio, con el timón del malagueño que agarra en la actualidad Eladio Rueda. Su padre, José Rueda, registró la empresa en los años 80, que hoy mueve de 15 millones de kilos a nivel regional y nacional, con un clara vocación de comercio justo, sostenibilidad, justiprecio y suculentos derroteros gastronómicos.

 

De la extinción al éxito

 

Tanto el tomate huevo de toro como el denominado castellano se dan de una manera extraordinaria en estas tierras malacitanas de Coín y Alhaurín el Grande. Gracias a los manantiales y el método de cultivo (muy complejo debido a su entutoramiento o encañao y el amarre, con una planta además muy sensible a las enfermedades y los hongos), se ha ganado fama nacional. De piel fina y de gran peso, coqueteó con la extinción, puesto que el agricultor prefería variedades de mayor rendimiento como el tomate pera. Ha regresado con honores el huevo de toro, pero hace apenas una década quedaban cuatro románticos que lo plantaban para rebanarlo en casa y agigantar en el íntimo plano doméstico el sagrado momento del desayuno.

 
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