Santiago Rivas

Jerga vinera

Sábado, 17 de Agosto de 2024

Aprovechando que en el estío parece que la vida va demasiado lenta, que no ocurre casi nada, voy con una defensa polémica que no leerá nadie. Santiago Rivas

Hace ya algún tiempo, en círculos iniciados veo ofendidos con cierta manera de referirse a los vinos de culto o a las botellas de cierto nivel. Y es que, sobremesers todos, cada poco hay una manera nueva de referirse a esas etiquetas que nos aceleran el corazón, esas que estamos deseando descorchar, probar y así vacilar de ellas en redes sociales. Sí, hay mucho de vanidad en todo esto, pero también divulgación, son conceptos compatibles.

 

El caso es que, en según qué grupos, afean la conducta del que menciona a estos vinos como “chucherías”, pero ellos les llaman “cromos”; otros quieren asesinar a los que se refieren a ellos como “juguetes” para acto seguido solicitarle al sumiller que se abra algún “cacharrazo”, mientras aún no se han acabado el “pepino” que tienen encima de la mesa.

 

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Quitando que hay apelativos más y menos atinados, idóneos o cursis, esta riqueza y creatividad en el léxico, esta torcedura del significado, me parece maravillosa. De hecho, me parece una nueva manifestación de la inmersión del vino, y su cultura, en los códigos de otras disciplinas.

 

¿Cuántas maneras hay de llamar a un golazo? Chirlo, chicharro o estacazo son solo unos pocos ejemplos ¿Y a una canción que nos gusta? Temón, temarral, hit, hitazo, catedral... incluso a unos chavales les oí el término, )supongo que se escribirá así) temaiken (os lo juro).

 

Son síntomas de óomo la cultura popular, urbana, y su jerga han entrado en algo que parecía, hasta hace poco más de una década, campo vetado. El mundo del vino, sus códigos y términos parecían constreñidos al academicismo; parecía un compartimento estanco que asfixiaba mientras te avisaba oliendo a rancio.

 

Hasta hace no mucho solo contábamos con la palabra caldo para jugar mínimamente con el lenguaje, que tampoco porque, por un lado, era un término que sonaba a falso cultismo dado que los realmente iniciados no lo utilizan (lo odian) y, por otra parte, es que encima era un significado válido al estar recogido por la RAE. Por tanto, su utilización será anacrónica, pero resulta horriblemente correcta.

 

Pero es que, al igual que si alguien se refiere a un vino como caldo ya sabemos que no pertenece a nuestro culto, si lo llama unicornio, siempre que esté bien utilizado, reconoceremos a uno de los nuestros, con todo lo que ello conlleva. En conclusión, wineloverada, vamos a relajarnos un poco y dejar a los chavales que camelen como quieran camelar.

 

Que sí, que lo de chuchería suena horrible y pueril, pero que tampoco nos hace mucho mejores expresarnos a través de otras palabras. Yo llevo peor lo de champú para referirse al champagne y tampoco voy dando la murga a nadie.

 

Si lo bonito es beberlos juntos y dar envidia a los demás.

 

Centraos en lo importante, que se os va la vida en las pequeñeces.

 

Hacedme el favor.


 

Imagen de Alexandra // Unsplash

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