Añada Muy Buena
Lo que nos cuentan los premios de la LXXII Fiesta del Albariño de la cosecha 2023
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Participar en la Cata del Concurso de Albariño de la D.O. Rías Baixas es una forma perfecta de tomarle el pulso a la añada. La 2023 ha sido valorada por el Consello Regulador como “muy buena” y viene definida por la brotación generosa que propiciaron un invierno y una primavera tibios. Luis Vida. Imágenes: archivo
Las cepas, bien cargadas de racimos, tuvieron que esforzarse en la maduración pero el verano, “que transcurrió caluroso y húmedo, con momentos críticos”, limitó algo los rendimientos y culminó en una vendimia que en Rias Baixas empezó a primeros de septiembre y que fue una de las más tempranas que ha vivido la zona.
Los 61 vinos que se valoraron rigurosamente a ciegas en la primera mañana (unos 30 cada panel de cata) dieron la imagen clara de una añada de gran tipicidad, muy atlántica, casi un retorno sensorial a los orígenes de los albariños modernos. La mayoría mostraron un afrutado fresco, varietal, sin devaneos tropicales, “de intensidad media-alta, con aromas de manzana, de frutas de hueso, cítricos y florales”, en la descripción del panel de cata del Consello. Unos blancos inconfundibles, de los que no pocos exhibían esa salinidad umami de océano y granito que encontramos, lógicamente, en los “top” de las bodegas pero que nos encanta sentir también en estos primeros vinos de la cosecha. Quizá la acidez, que tanto define a los albariños, ha sido algo más moderada en este 2023.
Haciendo un balance de lo probado y anotado, cabe hablar de una mayoría de vinos “de fruta”, rectos y voluminosos, pero también de otros que primaban la delicadeza floral y herbal en equilibrio preciso con las notas vegetales, y una tercera división de blancos “de suelo” con una muy meritoria definición de terruño y mineralidad. La maduración sobre lías, lógicamente más breve que en sus hermanos mayores “premium”, define el cuerpo ancho y la textura sedosa de algunos de los mejores ejemplos.
La cata de la mañana del 1 de agosto en el Parador de Cambados fue una primera eliminatoria de la que salieron catorce vinos que fueron valorados -ya por el total de los catadores- al día siguiente en una segunda sesión “darredeira” que proclamó los tres premios a los mejores albariños jóvenes de la añada. El primero fue para un blanco del Salnés, la subzona más importante en cuanto a producción e imagen. El Vionta, de Ferrer Wines, procede de viñas de más de 15 años en la zona de Meaño y, con cuatro meses de crianza en inoxidable con sus lías, muestra esos matices de fruta, volumen y salinidad que la definen. El segundo premio fue para la diminuta subzona de Soutomaior: apenas doce hectáreas de viñedo al fondo de la Ría de Vigo, entre ríos y montañas, de las que tres se destinan al albariño Noelia Bebelía, un pequeño proyecto “indie” que marca un estilo muy distinto, más esbelto en cuerpo, más floral, con un amargor delicado que alarga el trago. El tercer premio fue para el Xión de Bodegas Attis, también del Salnes, un vino de cepas de más de 35 años que miran al Atlántico con algo de trabajo de lías, que mostró tensión, umami y sal.
Fuera del salón de catas del Parador, la Fiesta del Albariño de Cambados celebraba su edición 72ª en olor de multitudes mostrando que el vino favorito de las Rías Baixas no sólo es mágico y único sino también enormemente popular, cada vez más.