Singular singladura
Bestial, cuando lo divertido no está reñido con la buena cocina

La profusión de fantasía y espectáculo en coincidencia con gastronomía ha pasado de lo anecdótico a convertirse en tendencia. Esto no significa que su cocina sea mala o que valga cualquier cosa. Encontramos en Rosi la Loca World una feliz coincidencia entre cocina rica y diversión asegurada. Teresa Álvarez. Imágenes: archivo
Porque en un sitio donde te dan de comer se tiene que comer bien. Da igual que la coctelería sea impactante, la vajilla fabulosa, la iluminación brutal o tengan el mejor DJ, si es un restaurante debe tener una cocina buena. Empezaron con esta dinámica algunos restaurantes que querían amenizar las veladas con pequeñas actuaciones, les siguieron los que añadían espectáculo al servicio (allí se sitúan sitios donde no se come nada mal como Tatel o Salvaje). Luego surgieron lugares donde el espacio y el emplatado tomaba el protagonismo por encima de elaboración e ingrediente. Aquí podríamos decir que se encuentra Rosi la Loca World. Sin duda son el no va más del colorismo, del diseño atrevido y de la vajilla propia fantasiosa.
Con la premisa de “democratizar la experiencia gastronómica” -algo que parece inexacto, pues lo que realmente hace es popularizarla, llevarla a públicos nuevos, no por precio sino por motivación e interés- este novedoso grupo asciende como la espuma y local que abre, local que triunfa. Su CEO Minerva Tapial busca la viralidad como forma de difusión y sus provocadores diseños sin duda lo logran. Pero las armas no son solo estéticas. Lo interesante del grupo es que la cocina es buena, divertida, sabrosa y resultona. Por supuesto están a años luz de la alta cocina, pero sus resultados son ricos y funcionan.
Otro de sus logros es el trabajo en hospitalidad y servicio. Con la sonrisa como norma, la empatía como respuesta y la diligencia en unos espacios dificilísimos para el servicio nos habla de contrataciones dignas, personal fidelizado y expectativas cumplidas. Sus locales son todos dignos de visita, Inclán Brutal, Rosi la Loca, Boom Boom Ciao, Lovo Bar y Calle 365. Su última apertura, Bestial (calle del Prado, 4, Madrid), dedicado al mar, “inmersivo” según la definición del grupo, sobrecargado para almas más tradicionales pero curioso y efectista. Desde que atraviesas la puerta te invade el color, la luz, la magia, el sonido… Todo invita a divertirse y dejar que fluya.
Coctelería interesante y bien conseguida con tragos largos en su mayoría y no muy cargados de alcohol (un tanto infantiles) ricos y originales. Se nota que hay un autor detrás que sabe lo que hace. 17 propuestas distintas y una carta estructurada en tres partes: dulces, frescos y ácidos o creaciones más complejas.
En cocina y en el caso de Bestial, mucho viaje en el recetario con toques de aquí más en ingrediente que en elaboración. Está pensado para compartir y ofrece platos como el tiradito de dorada con una vinagreta ahumada, muy resultón y rico; las zamburiñas del Pacífico con una mayonesa de kimchi y lima rallada que terminan (no sé muy bien para qué) con un soplete en mesa, el ceviche de corvina con el toque crujiente del boniato, unos california roll bien reinventados; la sabrosa hamburguesa de wagyu melosa y con toque de trufa, muy muy jugosa y con el punto perfecto. Flaquean un poco el bao de cangrejo blando algo insípido o el pulpo excesivamente hecho sobre parmentier a los que, sin estar mal, les falta una puesta a punto.