Tipología del vino caro
Entre mirar en redes sociales posibles fichajes de fútbol y similares, he observado lo perdido que anda el personal con el tema de los vinos caros o subidas de precio en determinadas etiquetas. Santiago Rivas
Por ello se me hace necesario explicar, muy brevemente, este asunto, y así poner algo de luz en vuestras extraviadas mentes.
Modelo 1: El vino caro que es caro porque es caro.
Este grupo es el clásico, obedece a una decisión elemental de su propietario. esta categoría, a su vez, se puede dividir en otras cuatro tipologías.
Modelo 1.1. El que es caro, se vende y es el motor económico de la bodega.
Un ejemplo de esta estirpe serían los grandes vinos de Burdeos. Sin más.
Modelo 1.2. El caro, cumbre de gama, que además prestigia a la base que es de la que realmente se nutre financieramente la bodega.
Es una consecuencia del anterior e imposible de diferenciar de manera aislada, es necesario estar al resto de la gama de la bodega responsable para poder deducir si estamos ante este modelo u otro. No queda otra que tirar de contexto. Los vinos españoles de cuatro cifras tiran de esta praxis.
Modelo 1.3. El que se vuelve caro.
Partiendo de un precio, va la bodega y lo duplica o triplica de un año para otro por la razón que sea; puede ser por éxitos de crítica (en forma de puntos o reconocimientos varios) o por convicción propia (lo que vienen a ser sus huevos morenos).
Modelo 1.4. El que es un invento.
El más surrealista, el inventflix, el locura, el anhelo de un flipado salvaje.
Obedece a una idea trastornada de su elaborador que piensa que fijando un precio desorbitado se venderá mejor, se cree un genio del marketing, pero acabará quebrado o, lo que es peor, siendo protagonista, cada cierto tiempo, de un reportaje de una revista lifestyle.
Este epígrafe, así de manera muy resumida, no da para más. Sigamos.
Modelo 2: Caro por antigüedad.
Este es el caso histórico del vino caro español.
Nuestros vinos de mayor fama y nivel: López Heredia, Muga, La Rioja Alta S.A., Marqués de Murrieta, Pesquera y demás nunca han tenido precios disparatados, más bien al contrario. Y es que el canon del vino caro patrio era ese tinto clásico que, con cuatro o cinco décadas encima, adquiría un precio, ya sí, potente. Naturalmente, esta casuística se da solo con aquellos vinos que tienen una capacidad de envejecimiento contrastada, sumada a que, por pura lógica, cincuenta años después del lanzamiento de una cosecha las botellas supervivientes son ya muy pocas.
Con esto aclarado, vamos con el siguiente que es el que realmente cuesta entender y más confunde.
Modelo 3: Vino gentrificado.
Estamos ante un fenómeno moderno; su naming me viene por analogía con el mercado inmobiliario depredador de ciertos distritos de las grandes ciudades.
El término en cuestión es un neologismo procedente del mundo anglosajón. Deriva del vocablo “gentry”, una clase social histórica inglesa de composición mixta entre la baja y media nobleza.
En nuestro diccionario, gracias a nuestra variopinta RAE, se ha incluido tanto el verbo “gentrificar”, como el sustantivo “gentrificación”, desde julio de 2023.
Con el término "vino gentrificado" me refiero a aquel al que el elaborador lanza al mercado a un precio razonable, pero este propio mercado, al recibirlo, a través de sus diferentes actores, empieza a especular con él y, como hay muchísima más demanda que oferta, su precio se dispara. Son referencias que salen de bodega a 40 euros, pero una tienda lo vende a 300 euros, 800 euros o 2 000 euros. Hay casos para todos los bolsillos...
Fascinante.
Además, es muy difícil, a no ser que seas un auténtico iniciado, diferenciarlo del Modelo 1.3 descrito anteriormente y es que esa es la intención real subyacente por parte de estos últimos: que la subida practicada parezca que es por la demanda del mercado y no por tus cojonazos.
Sí, y a ver si cuela.
Bueno, y ya para cerrar, liándolo más: se pueden dar las tres tipologías a la vez en una misma botella.
Hay pocos casos, pero existen. Por ejemplo, Domaine de la Romanée-Conti.
Si es que esto del vino está apasionante, no me lo podéis negar.
Sobremesers.
Imagen de Dale Cruse- Licencia Creative Commons
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