Escapada y fonda

Sumérgete en la trepidante calma de Leeds

Jueves, 05 de Septiembre de 2024

Visitamos una ciudad tan pronto hiperactiva como serena, estribada en un costado de los ondulantes Peninos, la columna vertebral de Inglaterra, para constatar que el futuro nunca llega del todo y que el presente es distinto de cuanto habíamos imaginado. Esta localidad "boutique" nos ofrece una auténtica experiencia urbana con sabor británico sin los inconvenientes logísticos de las metrópolis. Saúl Cepeda. Imagen: Arcadio Shelk

Estamos en el norte de Inglaterra, en el condado de Yorkshire del Oeste, una división administrativa apenas creada en los años 70 y que ni por asomo recoge una idiosincrasia regional construida desde los celtas parisii y brigantes hasta su consolidación con los últimos coletazos de la Revolución Industrial. En la obra del inquietante e ínclito David Peace, Leeds y sus alrededores, contextualizados entre la decadencia laborista de Harold Wilson y James Callaghan y el auge thatcheriano, en tiempos del despiadado asesino en serie Peter Sutcliffe, aparecen descritos bajo una plúmbea imperturbabilidad, rodeados de corrupción institucional (y deportiva, valga recordar la novela –una de las mejores de su género– The Damned Utd, que narra los 44 delirantes días del entrenador Brian Clough al frente del Leeds United en 1974) y siniestros secretos intramuros.

 

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Hoy, la imagen no puede ser más distinta. Leeds es una ciudad del mañana, aunque no del que podía imaginarse hace 40 años, con sus robots, coches voladores y tubos de vacío, sino del que está por implantarse en cada núcleo urbano relevante de cualquier país desarrollado.

 

Hogares sin cocina

 

La almendra central de Leeds es un entorno muy amistoso con el tránsito pedestre, cuyos flujos parecen estar regulados de manera exacta por alguna clase de reloj circadiano inmaterial que influye en el comportamiento de las masas y así tapiza las calles de peatones como las deja desiertas de pronto, según la franja horaria. La antaño ciudad industrial que fue corazón textil de Reino Unido es hoy pura terciarización, lo que concatena con una elegante arquitectura de acero, titanio y cristal bien integrada con los edificios estilo Tudor moderno, de ladrillo rojo y pizarra, en cuyo interior podemos encontrar incontables espacios optimizados para el cotrabajo en los sectores jurídico, financiero e inmobiliario, asistidos a su vez por un amplio catálogo de servicios satelitales de comercio, hostelería y sanidad.

 

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Llegadas las horas del almuerzo y la cena, los restaurantes se llenan y las calles son asaltadas por regimientos de riders a lomos de robustas bicicletas eléctricas que distribuyen sustento a oficinas y hogares, como si los habitantes de la ciudad hubieran olvidado cómo elaborar alimentos en casa, hasta el punto de que en varios anuncios de alquiler de las zonas más gentrificadas se ofertan viviendas carentes de cocinas en sentido estricto o con espacios apenas testimoniales para estas.

 

También destacan en el vibrante ecosistema ledesiano las omnipresentes arcades, pasajes cubiertos que operan a modo de galerías comerciales, a cada cual más hermosa y característica. Estos entornos confieren a la ciudad un racional urbanismo mercantil en el que los pulcros comercios imprimen una gran personalidad a su oferta: Thornton's Arcade (1878), que lleva el nombre de su promotor, el notorio empresario teatral e inmobiliario Charles Thornton y donde están el famoso Reloj Ivanhoe, diseñado por William Potts & Sons, y la laureada tienda de nicho OK Comics; Queen's Arcade (1888), –inaugurada durante el jubileo de oro de la reina Victoria–, vestida con un techo de vidrio calado, arcos de hierro y espléndidos balcones serpenteantes, donde encontraremos desde un estudio de tatuaje a un salón de té; The Grand Arcade (1897), de los arquitectos Smith y Tweedale, una estructura que combina detalles victorianos con el art nouveau bajo un hermoso techo de cristal y concita varios comercios independientes algo hípsteres y algunos locales de hostelería nocturna; Victoria Quarter (1904), que alberga algunas de las boutiques más distinguidas de la ciudad y fue ideada por Frank Matcham, arquitecto del Coliseo de Londres y más de un centenar de teatros, compuesta por dos calles de soportales y una cubierta de vidrieras policromadas de 749 metros cuadrados, la más grande de su tipo en Europa; o la más moderna Victoria Gate (2016), convertida en el centro neurálgico local del wellness y la cosmética. A esto se unen mastodónticos centros comerciales como Trinity Leeds, uno de los 30 más grandes de Reino Unido, o Leeds Corn Exchange, un magnífico espacio polivalente ubicado en un edificio emblemático, repleto de referencias alternativas y colectivos indies.

 

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Entre otras actividades de interés, vale la pena pasear por el paseo marítimo de Leeds desde Granary Wharf –donde está Salt Granary Wharf, un buen pub con cerveza propia y coctelería– hasta Royal Armouries, el museo nacional de armas y armaduras, con una colección espectacular a ojos de cualquier aficionado a la historia marcial, y así recorrer una parte del canal que permitía a las barcazas fluviales –en rabiosa competencia con el ferrocarril– trasladar manufacturas al puerto de Liverpool durante el apogeo industrial de la ciudad a finales del siglo XIX y principios del XX. Las visitas a la Galería de Arte de Leeds, próxima al imponente edificio neoclásico del ayuntamiento –y su torre del reloj añadida con posterioridad– y a la catedral neogótica de la ciudad no toman mucho tiempo y en ellas podremos ver, respectivamente, obras victorianas y contemporáneas de interés y dos fabulosos órganos de iglesia.

 

Si se busca el sosiego más espiritual, a las afueras de la ciudad está Kirkstall Abbey, una de las abadías mejor conservadas del país, un dramático templo cisterciense con casi 900 años de antigüedad, enclavado en un maravilloso parque junto al río Aire.

 

Comer y beber en Leeds

 

La hostelería de Leeds vive un buen momento, con una audiencia local del todo entregada al consumo intensivo en restaurantes. Esto, al margen de los proverbiales recursos de comida rápida o de la propagada cocina callejera, ha permitido ampliar el espectro de referencias culinarias variopintas.

 

Es muy interesante la confluencia de sabores del mundo presente en Kirkgate Market, uno de los mercados cubiertos más grandes de Europa, fundado en 1857 y lugar de nacimiento de la corporación minorista Marks & Spencer. En el interior de este edificio cardinal de la ciudad, además de las elegantes paradas correspondientes a la venta de productos alimentarios y distintos bienes, encontramos un área específica de puestos de comida en los que podremos encontrar desde puddings de Yorkshire a keftas tunecinas. Ya en las calles, negocios como Delhi Wala, el mejor restaurante indio de la ciudad, o Neon Cactus, una taquería–tequilería muy popular, aportan su granito de arena a la diversidad gastronómica comunal.

 

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También así hay lugar para la cocina con conciencia impregnada del espíritu desperdicio cero, por ejemplo, Eat Your Greens, un restaurante de la granja al tenedor; propuestas de diseño minimalista, tal es el caso de The Collective, del chef Craig Rogan; brasseries neobarrocas del estilo de Cut & Craft –el antiguo Collison’s Café, lugar de la última interpretación en tierra de Wallace Hartley, director de la banda del Titanic–; hoteles con una buena parrilla de cortes de res angus, así sucede con el Hotel Dakota; rôtisseries como The Empire Cafe, local centenario y underground –de hecho el comedor está en un sótano– en el que disfrutar de un pollo asado de lo más interactivo; o pubs históricos en los que comer un delicioso sándwich de pescado rebozado con salsa tártara –¡se consumen un millón y medio de varitas de pescado al día en Reino Unido, por cierto!– con una intensa ale tirada con un grifo de bombeo mecánico, pongamos el caso de Whitelocks, el más antiguo de la localidad, inaugurado en 1715. Asimismo salpimientan –nunca mejor dicho en el primer caso– la vida de Leeds originales comercios como The Chili Shop, quizá la tienda de picantes más relevante de toda la isla, a cargo del hiperactivo Frank Jay, o Little Leeds Beer House, una casa que toma el pulso cervecero artesano a todo Yorkshire.

 

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En cuanto a la vida nocturna no faltan clubes, pubs y bares plenos de interés, pero destaca el ocio poliédrico de Headrow House, un entorno que aúna en tres plantas restauración, arte y conciertos, manteniendo la impronta creativa de una ciudad que ha visto nacer bandas –siempre en su competencia con la vecina Sheffield– del calibre de Soft Cell, The Sisters Of Mercy, Utah Saints o Kaiser Chiefs.

 

Cómo llegar a Leeds

 

A pesar de los prejuicios derivados del Brexit, es muy sencillo para los ciudadanos españoles viajar a Reino Unido por turismo. Para llegar a Leeds desde Barcelona y Madrid, la conexión adecuada implica volar a Mánchester para luego tomar el tren desde el aeropuerto. El aeropuerto internacional de Leeds–Bradford recibe vuelos regulares con origen en las Islas Canarias, Islas Baleares, algunas ciudades andaluzas y de la Comunidad Valenciana.

 

 

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