Encanto balear

Morvedra Nou, pura vitamina Natural en el paraíso menorquín

Lunes, 09 de Septiembre de 2024

Vitamina N. Esa que no se encuentra en nuestros alimentos ni se puede encapsular para ingerir en dosis diaria. La que solo se consigue en un estrecho y consciente abrazo con la naturaleza. M.L. Álvarez. Imágenes: Archivo

Fue el periodista y escritor americano Richard Louv el que puso el foco de atención en la necesidad de lo natural, del campo, las plantas, los pájaros, el olor a heno. Resulta que un paseo por el bosque puede ser el mejor remedio para algunos de los desórdenes fisiológicos y psicológicos que afectan a las sociedades urbanas. Consciente o inconscientemente la vida actual con su ritmo despiadado nos pide desconexiones. Y para ello nacen espacios que reúnen todos los requisitos sin renunciar al lujo. Son los nuevos paraísos agrorrurales. Y ahí se encuentra Morvedra Nou, del novísimo grupo hotelero Numa, que parece tener claro que éste es el futuro y todas sus apuestas van en este sentido.

 

Morvedra Nou está en medio del campo de Menorca. Con 74 hectáreas para 24 suites. Al fondo el Mediterráneo y la costa de Alcudia de la vecina Mallorca. A escasos 15 minutos de cala Macarella y el mismo tiempo te lleva a Ciudadella, lo que realmente apetece en este precioso hotel es no hacer absolutamente nada. Vaguear bajo la inmensa encina en sus camas, pasear hasta el mirador para ver la puesta de sol con un buen gintonic o una pomada en las manos, leer un libro con los pies sumergidos en la pequeña piscina privada que da la bienvenida en sus habitaciones. Sol y sombra, grillos y chicharras, una lagartija que se esconde tras la roca. Pájaros, infinito cantar de pájaros. Las horas son largas y suaves y la cocina de Raúl Sánchez acompaña perfectamente este ritmo pausado. Sana, ligera, sostenible. Mucha huerta y pescado local. La sensibilidad de Juanjo López, chef asesor que logró el éxito en La Tasquita de Enfrente (Madrid) y que se caracteriza por imponer la sencillez y la pureza del sabor. Aquí nada está forzado, no hay casi especias ni picantes, no hay demasiadas grasas ni abundan las salsas. Pocos ingredientes y muy buenos. Elaboraciones que los respeten y digestibilidad para sobremesas tranquilas.

 

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Cenar en Morvedra

 

Suena soul. The James Hunter Six. Una playlist fuera del circuito comercial que desde luego no es casual. Luces indirectas, líneas puras, verde y blanco, y, al fondo, campo menorquín en bruto. Con sus tancas delimitadas por muro seco. El mar no está muy cerca, pero se siente. No es un hotel de costa, pero sí de isla. En busca de la proximidad, el hotel posee un pequeño huerto y están plantando olivos. Entre sus objetivos, hacer su propio aceite. En la carta hay mucha estacionalidad y muchas recetas de Juanjo, reinterpretadas con producto local y recetario cercano. La sala está bien gestionada, abierta al campo y bajo pinos, con un servicio cercano y amable. Sánchez, chef toledano, lleva ya seis años en Menorca y eso se nota. Trabaja sin miedo langosta de sus costas (por ejemplo, con un carpaccio con piparras) y preciada gamba roja, que combina con oreja de cerdo, o elabora en potente croqueta. Antes unas Verduras en suave escabeche o un Foie marinado con vino lleno de especias (canela, clavo, anises) y toques cítricos. Bacalao confitado con su pilpil o pollo de corral en escabeche para platos principales, o las inevitables albóndigas de Juanjo con sus patatitas y su punto crudo. En postres, una Tarta de queso de Mahón con mermelada de higos muy menorquina. En la copa una buena selección de garnachas, callet, malvasías, monastrell o cabernet sauvignon. No hay prisa. Brisa suave y suena Chuck Berry.

 

 

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