Santiago Rivas

Vuelta al cole

Sábado, 21 de Septiembre de 2024

Sí, sobremesers, por fin pasaron los calores agobiantes y los destinos vacacionales sin una mínima infraestructura y oferta vinera. Santiago Rivas

Ya estamos en casa aterrizando en esa rutina tan denostada por la gente infeliz que no está a gusto con su vida, pero que yo valoro tanto. Mi querida y socialmente despreciada “Zona de Confort”. Ya volvemos a las copas decentes, los buenos vinos servidos a la temperatura correcta y a las wineparties, con la winegang, bien nutridas de botellas interesantes que, por supuesto, intentaremos adivinar a ciegas. Esto sí es vida.

 

Y claro, por supuesto, vuelve el mundo evento, la cultura del sarao y del viaje, poco a poco ya la agenda se inunda de eso, presentaciones, catas, excursiones, homenajes y aniversarios. Puede parecer divertido, porque lo es, pero sigue siendo todo muy mejorable; además con muy poca cosa.

 

Y a eso vengo esta vez a Sobremesa, con unas recomendaciones de convivencia básicas para que todos nos llevemos lo mejor posible y nadie fallezca, que, verás tú, un día tenemos un susto.

 

Agua (H20): vital, en todo evento que se precie debes tener a los seres humanos hidratados o, al menos, que el hidratarse esté a su alcance. No me vais a creer, pero es llamativa la cantidad de saraos que no tienen en cuenta esto. Muchas veces está más cotizada una botella de agua que la de un vino de tres cifras.

 

Cuartos de baño (acceso a): otro básico que muchos darían por hecho, pero que nanay; como todo el mundo quiere ser lo más evocador posible entre catas en viñedo, en lugares desolados (esto se estila mucho), festivales al aire libre y demás variantes, pues en muchas, demasiadas, ocasiones, no hay acceso a agua corriente, lavabos o inodoros.

 

También es un gran trance meterte en un autobús para iniciar un viaje de cuatro horas, sin paradas (porque resulta que ya vamos tarde), después de pasarte todo el día bebiendo vino, sin agua para lo ya señalado (hidratarte) y sin algo de café.

 

Hospitalidad: muy común la falta de ella en los pequeños, pero necesarios, momentos. Por ejemplo, después de un viaje en el que lo mismo te has levantado a las seis de la mañana para estar en destino a las 11 horas, pues no sé, pero nada más llegar no me metas ya en el viñedo; que sí, que es maravilloso, imponente y prefiloxérico, pero mejor, dame una pausa y ofréceme agua, acceso a cuartos de baño, café y algo sólido.

 

Son quince, máximo veinte minutos que, los que hacemos estos viajes a menudo, agradecemos.

 

Originalidades: ojo con esto, que más de un evento parece diseñado por los guionistas de la saga “Saw”.

 

He asistido a auténtico “torture porn” en forma de actividades varias como buceo, recoger arroz, doce horas de trayectos para dos horas de evento, montar en globo, rutas kilométricas en bici eléctrica, catas de limones, bufé libre de flores y demás ocurrencias dignas de un genio del mal.

 

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De verdad, todo lo que sea alterar el modelo de llegar, visitar viña, bodega, cata, comida (o no) y vuelta, que sea para meternos en un spa con masaje incluido o, no sé, una visita cultural tranquila y relajada.

 

Lo principal es que esto no se convierta en una edición del Grand Prix y no lo digo por mí, es que la mayoría de mis compañeros son gente ya de una edad que no destaca, precisamente, por su buena condición física.

 

O me hacéis caso o un día ocurrirá una desgracia. De hecho, yo ya he visto mareos, lesiones varias y desfallecimientos; por ahora todo más o menos leve, pero aquí un día salimos en los periódicos.

 

Limitar el outdoor (en beneficio del indoor): yo sé, soy consciente, del mundo al que pertenezco, tan relacionado con el campo, lo rústico, la naturaleza y demás cosmogonía, pero no forcemos. He asistido a catas a 40º por hacerlas en el viñedo, a cenas gélidas sin luz (que atraen a los bichos) por aquello de vivir a tope el terroir o a visitar una parcela exclusiva en mitad de un temporal de la hostia.

 

Por favor, organizadores, os lo pido, probad antes la experiencia, testadla y, si no se dan las condiciones óptimas, pues anuladla.

 

En fin, escuchadnos, con muy poca cosa podemos evitar muertes y ser más felices.

 

De nada.


 

Imagen de Maja Kochanowska // Unsplash

 

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