Mirando al pasado, o no (con los ojos de Proust)
Imaginemos por un momento que, en la elaboración del vino, nadie prestara atención a lo que hicieron nuestros ancestros. Sería una catástrofe, pero hay otra peor: hacer solo lo que hicieron quienes llegaron antes que nosotros, porque entonces no evolucionaríamos nunca. Pero ¿beberíamos más vino? Javier Fernández Piera
Se comenta que el gusto por el vino aumenta con la edad porque, al final, todos terminamos siendo como nuestros padres, incluso usando expresiones que jamás nos imaginaríamos. Algunos expertos en marketing afirman que podemos empezar bebiendo vinos dulces, blancos y rosados, pero que terminaremos disfrutando los clásicos. Sin embargo, en una sociedad en la que todo va tan rápido, parece que esto está cambiando.
Los hábitos de vida y consumo marcan las generaciones, y los expertos nos etiquetan: Boomers, Generación X, Millennials, Generación Z… Lo que se está analizando es que, al final, no todos terminamos siendo iguales. Los jóvenes revolucionarios lo siguen siendo: y los liberales ya no son más conservadores con el paso del tiempo. Algo así como que los jóvenes consumidores de vinos naturales no tendrán la autopista a los vinos clásicos que tuvimos sus predecesores… y probablemente sigan su camino en rutas secundarias. Puede ser el calentamiento global o el acceso a la información: porque ahora, ya sea para la música, para votar o para elegir el vino, tenemos más información -o mejor dicho, más acceso a ella-. Solo si un padre de 50 años y un hijo de 20 van al fútbol, estarán viendo lo mismo; pero el resto del tiempo, aunque estén con la misma red social en su móvil, el contenido y la publicidad que reciban serán siempre distintos.
Algo parecido está pasando en Francia: en el gobierno han destituido a un joven primer ministro para traer de vuelta a un "clásico" e intentar resolver los problemas actuales. Al parecer, la sabiduría de los mayores nunca pasa de moda. Creo que la cuestión está en no dejar de intentar hacerlo bien. Quizá por eso en Burdeos vuelven a producciones del pasado: cierto es que tienen que reducir la sobreproducción. La añada ha ayudado este año con una cosecha menos cargada y las decisiones estratégicas de levantar viña, por un lado, y de llevar uva a un plan de destilación, por otro, también. Se busca el equilibrio, aunque se teme que esto vaya a peor: Burdeos lleva muchos años produciendo demasiado vino. Lo que necesitamos es que se mantengan los precios y que el consumo no descienda, y en esto ¡sí tenemos que imitar a nuestros antepasados!
En la última visita a Saint-Émilion, en Château Trotte Vieille, Philippe Casteja nos enseñaba con mucho orgullo su nuevas ánforas y tinajas para sus nuevas elaboraciones: “Hemos mejorado la técnica y el material, pero siguiendo una fórmula antigua”. Puede que las elaboraciones tiendan al pasado, pero las pautas de consumo son cada vez menos predecibles.
Marcel Proust, en su gran obra En busca del tiempo perdido encuentra una posible y motivadora explicación que se puede aplicar a todo esto: “La creación del mundo no ocurrió al principio, ocurre todos los días”.
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