Portugal sabroso
Alentejo, donde conviven el vino, la historia y el paisaje

Allende el Tajo, como su nombre indica, se encuentra esta extensa región de olivo, alcornoque, pastoreo, migas y vino. Con más de 22.000 hectáreas de vid, Alentejo es una de las zonas más importantes del vino portugués. Claudia Navarro. Imágenes de Álvaro Fernández Prieto
La vista se pierde en el infinito tras recorrer plácidamente las grandes extensiones de viñedo y campos de cereales que se alternan sin lucha con pequeñas dehesas de encinas o extensos alcornocales, con sus troncos tallados para la extracción del corcho. Alentejo es un rincón del mundo de un valor incalculable para el amante del vino. Sin duda, hoy puede considerarse una de las regiones vitivinícolas más importantes de Portugal, una cualidad de la que son conscientes y que explotan sin alardes, como marca su carácter sencillo e intimista, con rutas organizadas que pasean al visitante por los pueblos y ciudades en busca de esas bodegas de espectacular construcción con su blanco calado y su amarillo o añil, cargadas de historia y con una sensación de paz y equilibrio que se trasmite sin darse cuenta.
Situada en la zona colindante a Extremadura, alejándose de la costa, el área vinícola ocupa una importante extensión de terreno dentro de la gran región de Alentejo, que cruza Portugal hasta llegar al océano. Y es en esta extensa D.O. donde queremos hacer hincapié, descubriendo un terreno rico en belleza y contraste, junto a un enoturismo bien organizado y lujoso, con un total de 66 bodegas visitables e inscritas en sus Rotas dos Vinhos, que ofrecen desde un recorrido por las instalaciones hasta catas, degustaciones, alojamiento o gastronomía.
La ciudad blanca
Las ciudades que recogen esta gran extensión de viñedo son dos principalmente, Estremoz y Évora, ambas de una belleza que deja sin palabras a quien las visita. El punto de partida debe ser Évora, patrimonio de la humanidad y una verdadera ciudad-museo, donde el amabilísimo equipo de la oficina de los Vinos de Alentejo permite conocer de cerca los elaborados a través de una bien estructurada exposición, audiovisuales y una cata gratuita. Una buena manera de empezar a descubrir la tipicidad de sus “castas” o variedades y de sus suelos, antes de adentrarse a desvelar lo mucho y variado que sus bodegas son capaces de mostrar. Es esta asociación la que te sugiere tres rutas para conocer los principales productores, concertando las visitas y aconsejando los mejores vinos.
Pero antes de iniciar el recorrido, la pequeña ciudad de Évora merece un paseo pausado por sus estrechas callejuelas medievales de fachadas blancas y su exuberante conjunto arquitectónico y artístico. Entre sus paradas, el antiguo forum romano, la catedral con su capilla mayor de estilo barroco, el jardín de las Casas Pintadas y sus muchos conventos, como el de San Francisco con la suntuosa iglesia donde encontramos la llamada capilla de los Huesos, cuyas paredes y pilares se encuentran recubiertos de osamentos provenientes de los cementerios de la ciudad.
La segunda población cercana a la zona vinícola a recorrer es Estremoz, con sus empinadas callejuelas y su castillo, fundado en 1258 y hoy convertido en una pousada. Toda la pequeña urbe tiene un marcado carácter, localizando su centro neurálgico en la plaza Rossio Marqués de Pombal, con sus cafés, su museo rural y el mercado de los sábados, donde se pueden encontrar buenos productos gastronómicos de artesanos locales.
Recorriendo parajes
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El verdadero corazón de Alentejo está en sus caminos, sus pequeños pueblos y su impresionante paisaje, donde el viñedo tiene un gran protagonismo. Dejando de lado las bodegas más importantes, escogemos una ruta para descubrir el Alentejo menos conocido. Muy cerca de Estremoz se encuentra la quinta da Esperaça, una gran bodega que hace sus primeros pinitos en turismo enológico. Sin ser expertos, nos muestran en un breve recorrido unas instalaciones envidiables donde se elaboran sus vinos Encostas de Estremoz, tintos y blancos. También ofrecen una cata de sus aceites agrupados bajo el sello de Olidal. Una bodega ejemplar ubicada en lo alto de una colina desde donde podemos contemplar el viñedo.
Mucho más preparados y a poco más de media hora (dicen los alentejanos que de cualquier pueblo de la comarca a la siguiente localidad siempre hay media hora de distancia, lo que antes suponía un día a caballo), encontramos la bodega Herdade dos Coelheiros, una propiedad familiar con el vino como principal actividad desde su compra en 1975, aunque no será hasta la cosecha del 91 cuando verá la luz su primer elaborado. Sus viñedos, visitables en todoterreno, denotan de antemano su viticultura estudiada, mientras que el paseo muestra también su explotación -de nueve de las 70 hectáreas- dedicadas al nogal. En sus diferentes espacios la bodega ofrece la cata de sus vinos Tapada de Coelheiros, demostrando el potencial de esta región.
Lugares secretos
Cruzando la comarca hacia Arraiolos, donde su castillo de murallas circulares preside cualquiera de los accesos, encontramos la bodega Monte da Ravasqueira, fundada en 1943 por la familia Jose de Mello, con 44 hectáreas de viñedo propio y otras 22 controladas, así como 1.200 hectáreas de producción de corcho. Lo primero que sorprende al llegar a sus instalaciones son los múltiples espacios dedicados a la antigua yeguada, hoy en desuso. En sus naves no solo hay vino y elaboración. Junto a las barricas la bodega dedica un importante espacio a su museo de carruajes, una curiosidad interesante para el turista.
Muy cerca, en un camino rural, encontramos la Herdade da Amendoeira, un espacio sorprendente un tanto hipster, donde convive la producción de queso, miel, mermelada y licores, con un pequeño alojamiento rural de encanto y autenticidad, en la línea que se conoce como agroturismo. Con menos de cinco años abierto, este peculiar lugar ofrece una experiencia diferente, donde poder elaborar y degustar, cazar, pescar o simplemente descansar. Los inquilinos tienen la oportunidad de ordeñar vacas, fabricar su propio queso, disfrutar de un zumo elaborado con las frutas de los árboles de la finca o recoger los huevos del desayuno. Entre sus joyas, el aguardiente de hierbas elaborado con menta-poleo típico de Alentejo.
Estos rincones no deben alejarnos de los grandes elaboradores, en algunos casos difíciles de visitar pero no de degustar. En la enoteca Louro de Évora pedimos a su propietario, Joâo Louro Passos, que nos desvele sus tres favoritos de Alentejo. Se muestra contundente: Quinta do Mouro etiqueta dorada 2007 de Estremoz, Pêra-Manca tinto gran reserva 1996 y Herdade do Mouchâo. Tonel 3-4 2001, según nos confiesa, su favorito si es en el formato Matusalem.
Sabores profundos
Dejando aparte el tema vinícola, Alentejo ofrece una gastronomía arraigada y potente, llena de sabor y con ese inconfundible aroma a cilantro, siempre presente en la culinaria portuguesa. Más hierbas aromáticas protagonizan los platos, como el orégano, el romero, el laurel, el tomillo o la menta. El porco preto o cerdo ibérico forma parte de sus platos, así como el cazón, un pescado humilde que sirve de base a grandes platos como la sopa de pescado, sin sustituir, por supuesto, al omnipresente bacalao. No faltan los quesos, los panes de trigo y su excepcional aceite. Sus dulces de convento como el bolo de miel y nuez, la tarta de almendras, el pan de Rala con almendra y calabaza o los quesos dulces son muestra de su sabiduría golosa.
Herdade de Água D’Alte
EcorkhotelMuy cerca de Évora se encuentra este hotel moderno y acogedor que cuenta con 56 suites privadas de 70 metros cuadrados. Con un concepto muy ecológico e integrado en el paisaje, utiliza el corcho como principal elemento decorativo. Además, cuenta con piscina interior, spa y un buen restaurante, Cardo, donde el chef Luís Lopes le descubrirá las especialidades alentejanas maridadas con vinos de la región. Évora. Tel.: +352 266 738 509.
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