Santiago Rivas

Lo importante no es beber vino

Miércoles, 24 de Marzo de 2021

Hay frases, sentencias, que funcionan como mantras. Algunos, además, son totalmente carentes de contenido y suelen vertebrar el discurso de coaches, políticos, agentes de mentoring, economistas y demás parásitos sociales. Santiago Rivas

[Img #19120]Otras, auténticas píldoras léxico-sintácticas, encierran pensamientos, ideologías o filosofías tan simplistas como la concepción de este planeta para un terraplanista.

 

Una de mis favoritas -esto quiere decir que es de las que más detesto (aclaración para mi comunidad lectora con problemas cognitivos)- es aquella que reza que lo importante es beber vino.

 

Da igual cómo, dónde y por qué.

 

Este dogma se suele enmarcar de manera altamente condescendiente (y clasista) en aquellos casos que se recomiendan vinos de ínfima calidad o consumirlos de una manera para la que no fueron concebidos (finos o manzanillas con Sprite o tintos con Coca Cola, por ejemplo).

 

Artículos y/o catas de profesionales del vino apoyando estas prácticas porque lo importante es que la gente beba vino.

 

Cómplices de la depredación de la industria vínica vestida de accesibilidad, modernidad y relax mental.

 

Todo esto cobrando por hacerlo, claro.

 

Pues no, sobremesers. Si van a beber así, mejor no beban vino.

 

Y antes de que se vayan a sus redes sociales a manifestar su idiocia, aclaro que, obviamente, mi pensamiento no va por la gente joven que básicamente bebe por socializar mientras se la va cogiendo, o por todo aquel que abre un vino sin pretensiones sin ni tan siquiera tener la pretensión de tener una pretensión.

 

A mi todos ellos me dan igual. Y no creo que estén leyendo Sobremesa, precisamente.

 

Sí es así, saludos, aquí no hay porno, por lo que sigan con sus vidas.

 

No podemos confundir al sobremeser como si perteneciera a ese segmento poblacional al que no le interesa esta industria. Y todo para conseguir una coartada moral y comercial que os lleve a escribir textos infames y vergonzantes sobre botellas de tres euros de venta en supermercados que van de winelovers, ejerciendo una hipocresía sideral al vestirlos de asequibles para todos los públicos, cuando lo único que hacen es promover la cultura de la pobreza, de la precariedad, de un sector de la agricultura española.

 

“Es lo que quiere el público”. Como si fuera un ente metafísico. Pues no, no mi público. No en nombre de mi público.

 

También se utiliza mucho este discurso yeyé para ir de guay y de juvenil cuando eres un incapaz que no se entera de nada.

 

Esos que dicen que no pasa nada por tomar un Ribera de 20 euros con gaseosa o echarle hielo a esa Chardonnay.

 

Pues sí pasa.

 

Consumir vinos indecentemente baratos, mezclados con refrescos, en circunstancias que no ayuden a poner en valor un líquido que conlleva tanto esfuerzo, aleatoriedad y sacrificio, no es lo que yo he venido aquí a divulgar.

 

Y el profesional que lo hace me parece indecente.

 

Que, ojo, también pasa con otras artes como la literatura con eso de que lo importante es leer. Pues mira, para leer a Pérez-Reverte, mejor no leas.

 

Echa ese tiempo en restaurar un mueble u ordenar el trastero.

 

Que lo tienes hecho un desastre.


Imagen de portada:  Scott Warman  (Unsplash)

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