Mayte Lapresta

Femenino y plural

Sábado, 06 de Agosto de 2022

Soy mujer. Y por supuesto podría hablar de las veces que me he sentido acosada en el metro, de las ocasiones en que he percibido cierto cuestionamiento de mi valía profesional por la condición de fémina, del momento inevitable del restaurante en el que siempre era el caballero el que probaba el vino y al que traían la cuenta. Mayte Lapresta

Pertenezco a esa generación donde abundaban los micro­machismos, con proveedores o clientes que pensaban, inocentes ellos, que una mano sobre el muslo no tenía importancia.

 

Podría expresar una indignación que, sin falta de razones, no me invade. Por­que de lo que yo quiero hablar es de lo maravilloso que es ser mujer. Desde que mis recuerdos me lo permiten me he sentido absolutamente feliz en mi piel. Haber nacido hembra me ha parecido siempre una verdadera suerte. Ser mujer es, sin dudarlo, una grandísima maleta llena de ventajas, de experiencias increí­bles, de sensaciones maravillosas y de posibilidades brutales para el viaje de la vida. Porque es mi cuerpo el que me ha permitido dar de mamar a mi hija en la penumbra mientras mi voz cálida mecía sus sollozos. Ser hembra me ha hecho vibrar con ese sexo largo y prolongado, que no termina hasta que yo digo basta. Pertenecer al mundo femenino me ha consentido llorar sin vergüenza, gritar de alegría, contar confidencias, cantar en la calle, ponerme vestidos increíbles de fiesta, calzar mis tacones y comerme el mundo. Y qué decir del juego infinito de disfrazar tu cara con toda una paleta de colores… Ser mujer puede ser, si lo de­cides, parir y aprender que el dolor físico puede ser maravilloso cuando sirve para algo tan grande. Y si no quieres, sentirte tan completa como dueña de tu vida. Es intuir, unir, vincular con la rapidez de un rayo. Es confiar cuando hay que hacerlo, pero recelar si es el momento. Son extremos y sentimientos contradic­torios, capacidad mental y verbal extra. El bien y el mal entremezclados en esa combinación espléndida que nos hace complejas y fabulosas.

 

Hay que luchar por mejorar… siempre, y todavía queda camino por recorrer. Pero sobre todo tenemos que sentirnos muy orgullosas de lo conseguido, de lo que somos, y de formar parte del sexo mal llamado débil… y definitivamente fuerte.

 

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