Mucho por descubrir

La Costa Brava y los Pirineos de Gerona, destino caleidoscópico

Jueves, 17 de Noviembre de 2022

Más que playa y pueblos costeros. Esta tierra entre el Pirineo y el Mediterráneo es un destino muy completo fuera de temporada. En su haber, pueblos medievales, una oferta gastro formidable y la impresionante nueva bodega Perelada del estudio RCR, premio Pritzker. Ana B. Gabaldón. Imágenes: archivo

Suponemos que Costa Brava te remite al aspecto playero. Pero este territorio y su extensión hasta el encuentro con los Pirineos de Girona conforman un destino muy completo que, una vez pasadas las aglomeraciones veraniegas, puede disfrutarse con sabor slow. Mar, montaña y llanura se combinan en una comarca de 6000 km² y formidables paisajes, pueblos pesqueros, villas medievales con un maravilloso patrimonio románico y gótico, marismas, arrozales, viñedos, olivos y una oferta gastronómica en plena efervescencia, donde poco a poco crecen las opciones para los más gourmets. Sin olvidar que estamos en una tierra de vinos con historia milenaria, que hoy ampara la DO Empordà con medio centenar de bodegas, más de la mitad abiertas a visitas. Entre ellas, Celler Perelada, cuya nueva bodega ha marcado un hito en la arquitectura del vino y está generando gran interés enoturístico.

 

Nueva bodega Perelada, el coloso de la D.O. Empordà


Ubicada en el pueblo de Peralada, en el Alt Empordà, la nueva bodega Perelada de la familia Suqué Mateu tiene detrás una inversión de 40 millones de euros. Firma la obra RCR Arquitectes, estudio de Olot que en 2017 se alzó con el Pritzker, premio comparado a un Nobel de Arquitectura y que solo Rafael Moneo y ellos tienen en España. “Afortunadamente, ya habíamos pactado el precio cuando ganaron el Pritzker”, comentan divertidos en la bodega. Esta obra colosal se inauguró en mayo de este año. Comenzó la oferta enoturística en San Juan, y en los tres primeros meses ya habían pasado por ella 24 000 visitantes. El edificio se encuentra soterrado, bajo lo que fue una antigua granja y que ahora alberga la tienda. Desciendes en ascensor 10 metros, y lo primero que te espera es un recorrido laberíntico. Una experiencia inmersiva en las cinco fincas de Perelada, a través de cinco salas con un pedazo de terreno real de cada una -la heterogeneidad de los suelos es una de las características de la denominación-, y pantallas gigantes que proyectan vídeos sobre la conjunción de la mano del hombre y la naturaleza para conseguir el milagro del vino, con imágenes que maravillan como la belleza de la finca Garbet frente al Mediterráneo, batida por la fuerza de la tramuntana.

 

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Después se entra en la bodega propiamente dicha, donde el itinerario discurre por pasarelas a tres metros de altura para no interferir en la actividad enológica. Sorprende la concepción diáfana del espacio, sin pilares, sin puertas ni ventanas. “En la antigua bodega teníamos 88 depósitos, aquí tenemos 188”, comenta el enólogo Delfí Sanahuja. “Esto nos permite elaborar por separado cada parcela, según suelos y uvas. Sería una pena que no usáramos una bodega así para mejorar la calidad y caminar hacia la excelencia”, apostilla. La nueva bodega está provocando una revolución en la gama de vinos de Perelada. “Ahora elaboramos dos millones de botellas, pero podemos aumentar a los tres millones sin problema”, añade Delfí, quien por otro lado supervisó muy de cerca el diseño de RCR. “Nos han visitado bodegas importantísimas de otros países para ver cómo trabajamos. El nivel de funcionalidad que hemos alcanzado aquí es máximo”.

 

La sostenibilidad es otro de sus ejes; de hecho, es la primera bodega europea en contar con el certificado LEED® Gold (2021), que acredita la edificación sostenible. Construida con un 25% de materiales reciclados y un 75% de proximidad, apuesta por un consumo eficiente de agua (reciclada y aprovechamiento del agua de lluvia), todo el consumo eléctrico procede de energía renovable certificada, y para la climatización de las salas recurre a la geotermia, logrando un enorme ahorro energético. La elaboración tiene lugar por gravedad. Entre las numerosas innovaciones, el sistema Oresteo de Intranox, que permite el remontado de los mostos sin bombas ni mangueras.

 

Toda la bodega es de hormigón, pero con una apariencia de madera que han logrado utilizando un encofrado. En otras partes del edificio encontramos hormigón chorreado que transmite la sensación de transitar por una cueva. La nave de crianza alberga 5000 barricas, de roble francés, americano y también acacia. Toda la bodega impresiona, pero la sala que más fascina es ‘el Templo’, un espacio con aura mística donde envejecen los vinos top como Finca Garbet o Gran Claustro, y los denominados Ex Ex (Experiencias Excepcionales). A la salida catamos uno de los vinos de esta exclusiva colección: Castillo Perelada Ex. Ex. 14 añada 2019, un monovarietal de garnacha de la Finca La Garriga, con viñas de 40 años en doble espaldera, criado 15 meses en roble francés. También degustamos RCR Selection 2019 (70 € la botella), elaborado con garnachas de la Finca Espolla, de suelo volcánico, y criado otros 15 meses en roble francés; un vino homenaje a RCR, cuya etiqueta está diseñada por el propio estudio de arquitectos, y que solo se vende en la tienda de la bodega. Ambos son tintos poderosos a los que se les augura una larga vida.

 

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La visita básica, en pequeños grupos, tiene una duración de 1.30 h, y por 20 € incluye cata de tres vinos. Existe también la posibilidad de contratar visitas privadas, con cata de los mejores vinos; y la opción de conocer la espectacular Finca Garbet y la finca MalaveÏna.



La nueva bodega es un pilar fundamental del complejo de ocio Resort Perelada, que incluye el Castillo de Peralada, situado a pocos metros. El castillo, flanqueado por dos imponentes torres, acomoda dentro un elegante casino, el único existente en un castillo medieval, y se encuentra en un recinto de ocho hectáreas que acoge los jardines de Carmen Mateu, con árboles centenarios. A través de una pasarela se comunica con el convento gótico del Carmen (s. XIV), que a su vez alberga el museo del Castillo de Perelada, con un museo del vino, un museo del vidrio y la cerámica y una impresionante biblioteca. A menos de 2 km se encuentra el Hotel Peralada 5*, con wine spa y uno de los mejores campos de golf de la Costa Brava. “Un 20% de los turistas que visitó nuestra bodega en verano se alojó en el hotel”, anota Maria Baró, responsable de enoturismo de Perelada.

 

Todo ello convierte a Resort Perelada es un complejo enoturístico sin parangón en la zona, y uno de los más espectaculares de España y Europa. Hay que sumar a lo ya mencionado una culinaria variada de alta calidad que la familia Suqué Mateu ha confiado a dos chefs de reconocida solvencia: Javier Martínez, al frente del restaurant Castell Peralada, la mayor apuesta de todas, galardonado con una Estrella Michelin y un Sol Repsol; y Paco Pérez, el chef ampurdanés con más estrellas Michelin (Miramar), que aquí asesora la carta de tres espacios diferentes. Por un lado, el restaurante Shiro, inspirado en cocina asiática y situado en los jardines del castillo; por otro, L’Olivera, el restaurante del Hotel, donde realiza una revisión contemporánea de la cocina tradicional ampurdanesa; y finalmente Celler 1923 Wine Bar, el restaurante de la nueva bodega. Celler 1923 es la propuesta más desenfadada, perfecta para un tapeo fino, con recetario tradicional de la zona sin pretensiones de alta cocina: desde embutidos selectos, tabla de quesos, anchoas o ensaladas hasta un salteado de setas o un costillar Duroc asado. Una buena manera de terminar la visita a la bodega.

 

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Apicultor por un día


En Garriguella, a 6 km de Peralada, puedes vivir una experiencia única. La compañía Abellaires Empordanesos organiza visitas a sus colmenas del Paraje Natural de la Albera, conducidas por Marc Arumí, socio de la compañía. Marc abre una colmena -tranquilos, todos estamos protegidos con el pertinente traje de apicultor- y nos explica los detalles de esta sociedad estrictamente jerarquizada que conforman la abeja reina, las abejas obreras y los zánganos, mientras vemos a los insectos moverse por las celdillas. De vuelta al obrador, la visita se completa con una cata de diferentes mieles propias, incluida la miel con certificación ecológica, mientras Arumí reivindica la importancia de educar el gusto para valorar este tipo de mieles artesanales y de calidad. Una excelente opción es terminar el día en el cercano hotel boutique Mas Lazuli, bella masía donde relajarse disfrutando de interminables vistas a olivos y viñas.

 

Figueras y Cadaqués, la huella de Dalí

 

Seguimos en el Alt Empordà, donde se encuentran dos municipios íntimamente ligados a la figura de Salvador Dalí: Figueras, donde nació y está su Teatro-Museo; y Cadaqués, donde se inspiró y pasó gran parte de su vida. En Figueras puedes contratar rutas diseñadas en torno a la figura de este genial pintor. Pero especialmente recomendable es la ruta enogastronómica que organiza el ayuntamiento junto a la sumiller Laura Masramon, quien te acompaña por un itinerario con tres paradas (hay varias opciones) y degustación de tapas típicas y vinos ampurdaneses. Nuestra ruta comenzó en el Motel, que es en realidad el restaurante del Hotel Empordà, pero se ha quedado con este nombre porque en 1961 fue fundado como tal al pie de la N-II, para dar de comer al turismo internacional que pasaba por la frontera francesa, a solo 20 km. En su momento, el Motel marcó un punto de inflexión influenciado por la alta cocina francesa. Y hoy sigue reverenciándose como templo de cocina clásica, con esos toques de originalidad que en su momento fueron inspiración. Sus salones conservan la mesa -la número 26- que ocupaba un asiduo ilustre comensal: el escritor Josep Pla. En El Motel degustamos uno de sus aperitivos emblemáticos: las espinas de anchoa fritas, y unos deliciosos rebollones salteados. Segunda parada en la terraza privada de los apartamentos The Museum, con vistas a los jardines del Museo Dalí y la Torre Galatea, donde disfrutamos de tres vinos ampurdaneses y su rica variedad de castas autóctonas. La última parada, otro clásico que Dalí convirtió en su lugar de encuentro: el Hotel Restaurante Duran. Aquí degustamos la exquisita tapa de carpaccio de pies de cerdo y gamba roja con su pil pil, en la línea del mar y montaña.

 

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Parada obligada de cualquier viajero que pase por Figueras es el Teatro-Museo Dalí, un encuentro con lo insólito y maravilloso. Edificado sobre los restos del antiguo teatro municipal, el propio pintor trabajó en vida en la creación de la instalación, respetando lo que quedaba del edificio original y llenándolo de detalles y obras surrealistas. El visitante no encontrará ningún cartel explicativo, porque así lo quiso el artista: que cada cual interprete la obra según su mundo interior.

 

De Figueras a Cadaqués hay solo 36 kilómetros, pero 50 minutos de ruta en coche. Y eso si vas fuera de temporada, porque los atascos en verano son enormes. Cadaqués, en los alrededores del Cabo de Creus, es una joya recóndita a la que se accede por una sinuosa carretera de curvas que suben y luego bajan hasta desembocar en el que es uno de los pueblos más bellos de la Costa Brava. Su casco antiguo es realmente agradable: callejuelas estrechas, casas blancas con puertas y ventanas azules, buganvillas lilas por todas partes… Aquí una visita necesaria es el restaurante Compartir, cuyos chefs -Mateu Casañas, Oriol Castro y Eduard Xatruch- pasaron por los fogones de El Bulli hace casi dos décadas. En 2012 se emanciparon para desarrollar su talento de forma más relajada en este coqueto local con toque ‘casual’. Su propuesta gastronómica: sabores reconocibles y menos peso del proceso técnico. Te puedes tomar unas sardinas marinadas con frambuesa, remolacha y pistachos; un canelón de atún; caballa encurtida con coliflor, ceps y alga; buey de mar con aguacate y huevas de trucha; anchoas de L’Escala con mató de almendras; navajas con bearnesa de trufa negra; buñuelos de bacalao a la miel; vieiras a la catalana con jugo de pollo y patata confitada… Todo servido al centro para ‘compartir’ y disfrutar al máximo comiéndote el Mediterráneo.

 

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La efervescencia culinaria de Gerona



En la capital, Gerona, van goteando restaurantes de mucho nivel en manos de cocineros que, al igual que sucedía en Compartir, se han formado en las casas de los popes de la cocina catalana. En el casco antiguo de la ciudad se encuentra Terram, del chef Adrià Bou (1987). “El boom de la cocina de El Bulli y el Celler de Can Roca ha hecho que muchos jóvenes aquí quieran ser cocineros”, comenta. Adrià Bou pasó por La Bodega de Can Roca, y continuó formándose hasta abrir este restaurante el pasado año. En su pequeño salón para 15 comensales uno se encuentra como en casa, con un equipo muy joven -la jefa de sala, Leila Ajmil, tiene 23 años- y muy profesional. La base de la cocina es local, pero sin exigencia de productos de cercanía. Se pueden disfrutar platos de temporada como níscalos a la carbonara, yema de huevo curada y suero de parmesano; y también recetas que mezclan productos de fuera con otros de la región, como huitlacoche servido con mini panochas de Arbúcies y aire de remolacha (no faltan aires y esferificaciones). Tampoco tiene fronteras para incluir referencias de otras latitudes en la carta vinos. Entre un blanco de malvasía y picapoll como Mar en Calma, y un tinto de garnacha como Terra Remota Tan Natural, ambos DO Empordà, se puede ordenar un chardonnay de Mendoza (Argentina).  El listón de placer se mantiene con el atrevido postre de ciprés, regaliz y compota de limón; o higo con hierbas provenzales y sorbete de hoja de higuera encurtida. Mención especial merece la vajilla, creada por artesanos de la zona; bellos diseños que elevan la experiencia un grado más. El menú más extenso, con 15 pases, tiene una tarifa de 120 €. Los otros dos menús tienen precios más ajustados.

 

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Otra propuesta de cocina creativa y de mercado en el casco antiguo que ningún gourmet debería perderse es la que ofrece Divinum (1 Sol Guía Repsol). Un tremendo placer sentarse a la mesa de este restaurante de atmósfera refinada y minimalista puesto en marcha por Joan Morillo, jefe de sala, y Laura Tejero, sumiller; ambos discípulos de Joan Roca de El Celler de Can Roca. Una gran lámpara ilumina el mantel reclamando tu atención. Aquí vienes a vivir un espectáculo, y empieza a lo grande. El servicio del “mejor steak tartar” (así reconocido por el Foro Gastronómico de Girona) es espectacular: una persona del equipo por comensal aparece en escena portando una mano articulada de madera, como las utilizadas en las escuelas de dibujo, que a su vez porta el delicioso aperitivo dentro de un cucurucho. “Es como un concierto, la primera canción es la que te impacta y hace que te mantengas arriba”, señala Joan Morillo. Cierto, toda la experiencia gastronómica discurre por un nivel excelente. Arnau Casadevall e Isidre Soler son los dos jóvenes jefes de cocina. El primero confiesa que a veces ellos mismos se sorprenden de sus propias invenciones. Anguila ahumada con una base de horchata: pura fantasía. Isidre señala que el menú da protagonismo a las verduras porque, como comensal, detesta la sensación de llegar a casa y sentirse muy lleno. Setas, encurtidos y nabo; coliflor y yema de huevo y el espectacular celerí a la meunière son algunos de los platos del menú, que también incluye pescados pero solo una carne: cordero en dos cocciones. “Cambio mucho la carta. En breve sustituiremos los salmonetes con tomates verdes por otro producto de temporada como unos calamares”, afirma Joan, que también es experto en quesos y sorprende con un magnífico carro. Para acompañar todo ello, una excelente selección de vino, con Torelló Edició Costa Brava (Corpinnat) y los ampurdaneses Ctònia y Les Elies. La tarifa del menú Esencia es de 110 € sin sumillería. El ‘Pequeño Menú’ de mediodía tiene un precio de 60 €.

 

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Pals, meca del gótico y tradición arrocera



Un viaje a esta zona no está completo si no disfrutas de los tesoros artísticos que ofrecen sus pueblos medievales, especialmente Pals, en el Bajo Ampurdán, con uno de los recintos góticos mejor conservados de la comarca, y un casco antiguo declarado Conjunto Histórico Artístico. 300 personas viven en la zona de intramuros, donde no hay hoteles ni una sola antena que recuerde que estamos en el siglo XXI. En sus calles se encuentran las huellas de sepulturas de la época visigótica. Especial mención merece la iglesia de San Pedro, templo que reúne los estilos románico, gótico y barroco.

 

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Pals es conocido también como gran zona arrocera. Con un entorno natural de marismas y humedales, aquí se cultiva arroz desde el siglo XV, y hoy muchas familias continúan vinculadas directamente a su producción. El tren turístico el Xiulet realiza una ruta por los arrozales de la compañía Arròs Molí de Pals, una de las grandes productoras de la zona, que finaliza con la visita al molino de arroz del siglo XV. Una oportunidad para conocer el mundo del cultivo de este cereal y disfrutar del paisaje extraordinario que brindan estos humedales.

 

En Arròs Molí de Pals nos explican que el secreto de la calidad de este arroz es su lenta maduración gracias unos veranos menos cálidos que en otras zonas mediterráneas. Y que una vez cocido, se conserva más tiempo en su punto. Por supuesto, ocupa un lugar destacado en las cartas de los restaurantes de la zona. El arroz a la cazuela es una de las razones de peso para conocer el restaurante Es Portal. Ubicado en una masía del siglo XIII, es también un acogedor hotel con 8 habitaciones, con alta ocupación en época otoñal.

 

 

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