Cambio y adaptación
Son miles de páginas, documentales, estudios e informes los que respaldan un hecho. El clima está cambiando. Son grados, temporales, Danas, corrientes polares en sitios insospechados lo que demuestra hasta a Santo Tomás que algo ocurre. Mayte Lapresta
Los agricultores ven florecer en diciembre sus almendros y los pescadores encuentran especies tropicales en sus mares cercanos. Y esto es el principio. Adaptarse a la velocidad del rayo. Sin siglos que permitan evolucionar como dicta la teoría de Darwin. Con esa rapidez lo hemos provocado así que parece que podríamos ser capaces de revertir o adecuar el entorno, usando nuestra privilegiada cabeza para modificar tecnológicamente una dinámica que nos lleva a otro mundo. Ni peor ni mejor. Quién sabe. Incómodo quizás para el ser humano tal y como ahora entiende su manera de vivir. Cuántas veces he rogado que no lloviese en un viaje al norte de Europa, he pedido buen tiempo para unos días de escapada playera, he deseado que el Mediterráneo estuviera calentito o he soñado con no usar el abrigo en todo el año… Pero ahora, cada vez que cae agua, callo. Yo y todos, y nos miramos en el ascensor sin decir nada. Porque la rutina te pide protestar con un “vaya día de lluvia, no para, qué horror”. Pero si dices eso mientras nuestros pantanos se vacían y los acuíferos se secan merecerías lo peor. Y así las cabezas pensantes del planeta Tierra estudian modos y maneras de condicionar el entorno sin sacrificar la economía. Mientras, pequeños hábitos se instalan en nosotros, la plebe, cocinando con la temporalidad del producto como norma, reciclando y aprovechando, eliminando producciones no adecuadas para el terreno, buscando variedades más resistentes. Haciendo eso que nunca debimos dejar de hacer. Pero también modificando las reglas del juego, creando invernaderos que optimicen los recursos naturales, preparando la viña con riego por goteo, implantando molinos anti- heladas, analizando al detalle cada suelo, cada microclima, cada oscilación para reconducir las decisiones. Y observando el pasado para aprender lo olvidado. El tiempo nos dirá si somos capaces de aportar sentido común a nuestra forma de vida… para que siga habiendo vida.
SOBREMESA no comparte necesariamente las opiniones vertidas o firmadas por sus colaboradores.