Del amor y el miedo
Los últimos tiempos de Heraclio Sánchez pina fueron de mucha desesperanza y desazón, tal vez por eso se fue al encuentro de los días vividos, al encuentro de su amado Leocadio. César Serrano
Se fue con la primera nevada de un invierno que se anunciaba frío, y tras acudir a un consomé con un chorro de un vino añejo de Gata, con el que cada noche despedía el día.
Antes, Heraclio había pasado la tarde con sus amigos de partida de dominó en el Café Libertad. Una tarde entre puestas y desafíos propios del juego, carabas y chanzas, también recuerdos que acudían a viejas memorias, que iban y venían al azar de conversaciones dispares y, en ocasiones, disparatadas.
A momentos, Heraclio callaba, volaba a aquellos días pasados, aquellos tiempos en que hubo muchas primaveras, pero también largos inviernos. Aquel día cuando, en el cine Alkázar, durante la proyección de Esplendor en la hierba, y durante la escena en la que Natalie Wood y Warren Beatty se abrazan junto al poderoso caudal de un río que aparecía salvaje, aquel día no pudieron evitar la llamada de sus manos. Se tomaron con fuerza, con toda la fuerza del caudal del amor y del deseo. Y entonces, ahí, en ese instante de lo prohibido, un fogonazo salido de una linterna, una voz acusadora, una palabra, “maricones”, empujones, llanto, policía, confusión, vergüenza, los padres, lágrimas, tribunales, sentencias, despedidas, cárcel, aniquilamiento…
Levantó la mirada mientras soltaba sobre la mesa la blanca doble.
Acudía entonces al poema de William Wordsworth: “Aunque ya nada pueda devolvernos la hora del esplendor en la hierba, de la gloria de las flores, no debemos afligirnos, porque la belleza existe en el recuerdo…”.
“Recuerdos”, murmura. Y regresa a aquellos meses oscuros, en los que no hubo momento que no recordara el sabor de su boca, el sabor de la albahaca que siempre tenía entre los labios, tampoco su voz, a veces en la esperanza, otras muchas en la desesperanza de un tiempo que parecía no tener fin…
“Amor, ya no somos delincuentes”, le dijo una mañana, mientras le leía un discreto titular que aparecía en un breve del Regional de Mayorga: “El Gobierno modifica la Ley de Peligrosidad Social”. Era invierno y les pareció que florecían todos los arrayanes. Se abrazaron, lloraron y se amaron desde una ternura plena de esperanzas.
Tiempos de hermosa belleza, aquellos tiempos… “Tiempos oscuros los de hoy”, susurra cuando en la pantalla del televisor que preside el salón del Libertad, en el avance informativo de las cinco, se dice que dos jóvenes que caminaban cogidos de la mano han sido agredidos brutalmente por un grupo de adolescentes. “Me voy, me voy a casa, me voy a su encuentro, me voy con la poesía, me voy contigo amor”. Tras el chorro del vino añejo de Gata, Heraclio vierte en el consomé tres cucharadas generosas de arsénico. Mendigo soy que amores solicita… ¡Oh limosna de amor! Piensa y medita. Que sin tu amor mi vida se quebranta…
Consomé
Ingredientes
250 gramos de jarrete de ternera
2 muslos de gallina
una punta de jamón curado
un hueso de ternera
un hueso de espinazo salado blanco
2 claras de huevo
2 zanahorias
la parte blanca de un puerro
una rama de apio
½ cebolla
agua y sal
Preparación
En una olla poner agua y todos los ingredientes. Llevar a fuego fuerte y cuando comience a hervir bajar el fuego e ir retirando la espuma. Dejar a fuego medio tres horas. Una vez que tengamos el caldo a punto, retirar todos los ingredientes y pasar por un colador muy fino. Enfriar en la nevera dos horas. Retirar la grasa y verter el caldo en una cazuela. Calentar, batir y añadir las claras. Por último, pasar el caldo por un paño limpio de cocina. Servir caliente.
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