Santiago Rivas

Metralla

Sábado, 25 de Diciembre de 2021

En esta ocasión, lo primero que tengo que hacer para poderos presentar un discurso ordenado, en lo que os quiero comentar aquí, pasa por definir lo que se considera metralla en el mundo vínico. Sí, hoy vamos con un nuevo término del enoglosario. Santiago Rivas

La metralla es el conjunto de todos aquellos vinos que no resultan atractivos para un winelover, pero que sí lo son, de alguna manera, para los civiles.

 

[Img #20074]

 

No es exactamente una manera de renombrar a los vinos malos o defectuosos. Esos no son metralla, esos son vinos malos o defectuosos.

 

Yo me refiero a la mediocridad no infame. A todas esas referencias que copan los supermercados, pero también las tiendas de vino, que no son winelover, pero tampoco para tirar al fregadero. Poderse, se pueden beber. Hay referencias que no van a ningún lado para gente que no quiere ir a ningún lado.

 

"Y vais a tener que dialogar con él y manejar sus có­digos y saber de lo que habla, porque si os pregunta sobre ese albariño premiado y vosotros le saltáis con que lo que tiene que beber es Ganevat, lo mismo lo perdéis, lo perdemos, y se abre una cervecita."

 

A mi padre, a tu prima, a vuestra jefa, al vecino, le gustan esos vinos, quizá porque no han bebido otras cosas, lo mismo porque no tienen demasiado interés, ni piensan desarrollarlo, pero sí quieren, cuando esti­men que proceda, beber vino. Si queréis, les fusilamos. Pero como la pandemia me está haciendo más simpá­tico, prefiero interesarme por ellos. Además, no olvidéis que estas referencias son la mayoría de lo que se produce en este país. A ver si os creéis que no hay un término medio entre el que bebe una referencia de tetrabrik con gaseosa y el que se des­corcha un vino de culto de Bairrada. Hay gente que solo bebe, vamos a decir, de paso. Y ese precisamente es el consumo más habitual en este país.

 

En una terraza, en un bar cualquiera, haciendo turis­mo, el que te dan cuando visitas a unos amigos (que no me conocen), el que regalas por llevar algo a alguien y cumplir así con un diabólico ritual social.

 

En definitiva, el que se bebe por gente que no bebe.

 

Conviene no infravalorarlos, o no desde una pers­pectiva profesional, ya que, desde luego, España no sostiene su consumo de vino por los tres o cuatro miles de winelovers que se emocionan ante un parcelario de Jacques Selosse o un tinto del Nuevo Mundo.

 

La metralla está por todas partes impactando con­tinuamente. Por eso cuando veo catadores, sumilleres, divulgadores que reniegan de probar, de asistir a even­tos de pura metralla, me da mucho coraje, porque a ese consumidor ocasional, sin pretensiones, también les va a tocar atenderle, también va a leer estás páginas, aunque solo sea porque encuentre esta revista durante una visita en tu casa.

 

Y vais a tener que dialogar con él y manejar sus có­digos y saber de lo que habla, porque si os pregunta sobre ese albariño premiado y vosotros le saltáis con que lo que tiene que beber es Ganevat, lo mismo lo perdéis, lo perdemos, y se abre una cervecita.

 

Por no hablar de que alguna bodega metrallera puede que esté dando un salto de calidad y siempre es gratificante descubrirla y más hacérselo saber al res­ponsable.

 

Le podría haber puesto otro nombre menos evoca­dor, cierto, pero ha salido así.

 

No esquivéis la metralla.

 

No ahora.

 

 

SOBREMESA no comparte necesariamente las opiniones vertidas o firmadas por sus colaboradores.

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.