Al final, todos bebemos lo mismo
Hoy escribo este, el que ya es vuestro texto quincenal favorito, desde el aeropuerto de Frankfurt. He venido a la gala “World Best Vineyards”, en la que se da a conocer el listado de las 100 mejores bodegas del mundo. Santiago Rivas
Lo organiza la empresa William Reed, también detrás del famoso, e influyente, World´s 50 Best Restaurants y del menos famoso, pero no menos influyente para el sector, World´s 50 Best Bars.
Esto del World Best Vineyards se conoce menos, al menos en España, porque solo lleva tres ediciones y dos se han celebrado durante una pandemia (lo que impide montar un sarao en condiciones).
Igual que pienso que las cosas del vino en España les interesan a cuatro, lo de los listados supremacistas ordenaditos del 1 al 50 sí que hace mucha gracia a los seres humanos en general. Es la típica noticia que puede aparecer en un telediario o periódico generalista en plan: “la Bodega González Byass se hace con el segundo puesto de mejor bodega del mundo, y mejor de Europa, según la votación de reputados profesionales del sector.” Puedo ver a José Ribagorda haciendo algún chascarrillo a modo de cierre, por ejemplo: “nos ha quedado una noticia muy Fina… y Amontillada”.
El caso es que poder asistir a este evento ha sido toda una experiencia. En primer lugar, me ha permitido visitar bodegas alemanas en unas condiciones muy hospitalarias (aunque, salvo alguna excepción, tampoco creáis que se han vuelto locos a abrir pepinos).
En segundo lugar, no conocía la región vitivinícola de Rheingau/ Rheinhessen, y como toma de contacto ha sido espectacular. De hecho, es tan fácil llegar (se sitúa a menos de una hora del aeropuerto de Frankfurt) que os recomiendo ir en cuanto podáis.
Y por último y más importante, me ha permitido conocer a bodegueros y divulgadores de Chile, Finlandia, Rusia y demás gentes de países con los que no suelo tener contacto.
Como, a pesar de las diferencias idiomáticas o culturales, hablar de vino funciona como vehículo conversacional, (y a veces es el único vehículo que funciona), a los pocos minutos de charla (más en un contexto como el que nos ocupaba) ya iban apareciendo los vinos favoritos de cada uno… y el resultado fue inquietante: todos, en todos lados, venimos a beber lo mismo.
Salieron nombres como Sassicaia, Richard Leroy, Telmo Rodríguez, Tondonia Blanco, Giuseppe Rinaldi, Overnoy, Raveneau, Shafer, Zuccardi (flamante número 1 del certamen), Sadie Family…
También todo el mundo parecía estar muy interesado en vinos naranjas, tinajeros, hormigón, vulcanismo y hasta una portuguesa me comentó que le encantan los blancos con algo de velo de flor, lo que viene a ser socairismo (concepto que, por supuesto, le expliqué). Picueto me quedé.
Todos bebemos lo mismo.
Mucho se hablaba en los 90, y principios de este siglo, de la parkerización de los vinos. Para quien no lo recuerde, este concepto consistía en que algunas bodegas que tenían tan cogido el punto de gusto al crítico Robert M. Parker que, en vez de hacer el vino que les gustaba a ellos o el prototípico de la región, los elaboraban al estilo más valorado por este señor para cosechar buenos puntos en su guía, The Wine Advocate, y así vender, ganar dinero, comprar objetos e inmuebles y lo que viene siendo vivir bien.
No sé si lo consiguieron, pero esta moda pasó.
La actual tiene un punto, aunque no lo parezca, más distópico. Y es que los Parkerizados ya no son los vinos, sino sus consumidores. A través de publicaciones digitales globales y, sobre todo, de redes sociales, hemos llegado a un punto mimético total por el cual los winelovers bebemos lo que beben los demás winelovers y los demás winelovers beben lo que bebemos nosotros los winelovers.
Lo que desconozco es quién fue el winelover original. Suponiendo que alguna vez lo hubiera.
También es cierto que los vinos parkerizados de los 90 eran mucho peores que estos. Ahora parece haber un sustrato, vamos a decir, real, más participativo y razonable, pero igualmente, aunque pueda ser un poco inconsciente, resulta totalitario: "si no bebes referencias winelovers no te haremos caso."
Y hasta aquí el episodio de “Black Mirror” de hoy.
Por cierto, que mala y pretenciosa era esa serie.
Casi como este texto.
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