Santiago Rivas

Vino Dundee

Sábado, 22 de Julio de 2023

Ya estamos, otra vez, en un nuevo verano; no es que haya ocurrido de repente (juego de palabras que evoca esa gran película en la que recrean a unos adolescentes almerienses como una tribu caníbal), pero aquí estamos. Santiago Rivas

Sin duda es la peor estación para un aficionado al vino. Se pone todo tan en contra que hasta se nota, sin que hable, solo por su compungida expresión y lamentable aspecto, quién es iniciado y quién no. No me explico cómo el típico argumento cómico de “pez fuera del agua”, consistente en sacar a un personaje de su contexto para aterrizarlo en otro diametralmente opuesto con hilarante resultado, no tenga ya su peli con un veraneante winelover en Torrevieja. Yo creo que daría más juego que obras maestras como Cocodrilo Dundee o Infiltrados en Clase.

 

Para ver si se anima algún guionista, y compartimos proyecto y ganancias del taquillazo, voy aquí con 10 acciones que denotan a un veraneante winelover.

 

No sale de la sombra: tened en cuenta que, normalmente, el campo de actuación de un iniciado es un bar de vinos, restaurante o domicilios (ya sean propios o ajenos), por tanto, su piel no está especialmente preparada para la intemperie. Solo va a salir de la sombrilla para dirigirse al chiringuito.

 

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Bebe cerveza: como esta vez no ha colado ir de vacaciones al Jura, está sometido a la oferta líquida del lugar que, normalmente, va a ser horripilante. Mirada perdida, desolación, ninguna iniciativa de comunicación... Si no fuera por las gafas de sol, podríais observar que está llorando.

 

Afea comportamientos e infraestructuras: está amargado y te lo va a hacer saber en cuanto eches un hielo a un vino o vea la oferta de copas (como recipiente en sí) disponibles en el lugar. Se pone borde cuando al pedir un blanco le dicen que si albariño o rueda. Él siempre dirá, pero de muy mala hostia: “pues depende”.

 

Por el amor de Dios, empatizad. Si a un winelover le veis beber cualquier cosa que no es vino, no le preguntéis; no es que no tenga ganas, es que los que ha visto en la carta o en la casa de su anfitrión son una basura. Intentad leer esta situación, dejadle en paz y no le pongáis en un brete o estallará y ocurrirá una desgracia.

 

Allá donde sea que veranee intentará localizar alguna tienda de vinos o supermercado donde haya algo medio decente. Es capaz de hacerse un Algeciras – Málaga a tal efecto.

 

De una manera u otra, se habrá buscado la vida para beber medio bien, no se separará de su enorme nevera portátil, con capacidad para unas cuantas botellas, y sus copas Riedel. Estará todo el rato como muy alerta porque no tiene del todo claro si lo que hace es ilegal, tanto por beber alcohol como por llevar cristal a una playa. Pero antes de asesorarse, sigue con el plan, no vaya a ser que se le joda. Alea jacta est. No es la primera vez que le detienen.

 

Hará, quieran o no, cómplices de su afición a todo su entorno. Pero no de mal rollo: no es un “plata o plomo”, es que quiere hacerte ver lo que cambia un entorno si bebes bien. Él solo quiere que te des cuenta de que estás viviendo mal y no cuesta tanto hacerlo bien. No sería mala idea atarlo a una cama. Ya va borracho.

 

Aun así investigará alguna bodega cercana a su localización de veraneo. Muy remota tiene que ser para no encontrar alguna. Cuando suba sus fotos a Instagram en un viñedo (es para lo único que se ponen al sol), un 23 de julio a las 13 horas con 43º, y tú pienses lo buena que tiene que ser esa bodega para pasar semejante trance, la situación es relativa dado que la motivación fue el absoluto aburrimiento. Alferecía como alternativa a los vasos duralex.

 

Emitirá varias señales de alarma tanto por whatsapp como por redes sociales, a ver si hay alguien cercano en su situación y pueden juntarse a compartir vinos y penas. Acabarán inconscientes en una rotonda de Dénia, alguien se caerá de un barco con trágico resultado, o ambas.

 

Va hecho un desastre, la maleta la hizo mal (en parte por falta de interés) y solo puso un bañador, gafas de sol muy baratas y camisetas con lemas de temática vinera que él cree ingeniosos. No se peina y le hace falta un corte de pelo y uñas. Si sus vacaciones duraran más de dos semanas parecería un indigente y se acabaría suicidando al ver lo bien que cree que lo pasan otros iniciados al cotillear su Instagram.

 

Lo que no se imagina es que todos estamos igual. No estás solo.

 

El único consuelo es que ya queda menos para septiembre.

 

Ánimo, wineloverada.


 

Imagen de Etienne Girardet // Unsplash

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