Deberes
Mi cometido en Sobremesa, o al menos uno de ellos, es manteneros informados de todas las tendencias winelover para que podáis lucir en Instagram. Santiago Rivas
Y es que el wineloverismo es una corriente en permanente evolución, muy dinámica; por eso, o viene alguien a tomarse la molestia de deciros lo que es tendencia y lo que ya no tanto o perderéis likes, visibilidad y engagement a raudales. Todo por no haber estado algo más vigilantes con los bandazos de los iniciados.
Tened en cuenta que, en esta sociedad en la que buscamos estímulos de manera continua, lo que nos valía ayer ya no sirve para hoy, por no dejar de señalar que está en nuestra naturaleza eso de aburrirnos enseguida con todo. Somos como chiquillos. Pero no os preocupéis, que aquí que vengo con, nada, cinco consejos que tener en cuenta para que este año que recién empezó podáis seguir con un consumo cool y autoconsciente:
Beber tintos alemanes: sobre todo, y siendo más específico, las pinot noir de Baden con la bodega de culto Wasenhaus como gran objetivo. Pero bueno, como lo de esa gente está bastante agotado, a la espera de la nueva añada, también sirve cualquier otro. Lo importante, ya os comento, es que se vea que es alemán.
Y es que son el nuevo epicentro del fresqueo. Por generalizar, concretando al mismo tiempo, estas pinot noir son muy parecidas a las borgoñonas en cuanto a textura, finura, longitud y nitidez, aunque las badenesas tienen un final más especiado, marcado por un toque de pimentón. Las buenas son impresionantes; las malas aún no las he probado.
- Beber alternativas al champagne: y no solo españolas, también inglesas, italianas, eslovenas, nuevo mundo o de donde pille.
Champagne está muy bien, tiene mucho vino cumbre de estilo y viste una barbaridad (sobre todo tu Instagram) pero cada vez a España llegan menos botellas, más caras, por no dejar de mencionar que se están empezando a colar mediocridades enmascaradas de “el nuevo viñerón de culto” y chorradas similares. Sí: algunos nos la están empezando a querer colar. Por ello os insto a replegaros y pensar en nuevas estrategias mientras descorchamos Corpinnat, Cava, Franciacorta o similares.
A ver, si alguien os invita a un Krug, aceptadlo. Pero ya sabéis a que me refiero.
- Beber sidra: cuando un español piensa en esta bebida, se le viene a la mente tanto la sidra espumosa del Grupo El Gaitero, como la sidra natural esta de escanciar y beber rápidamente una vez transferida al vaso. Existen productos excelsos en estas dos categorías, es decir, el mundo del fermentado de manzana es mucho más. Las hay francesas (a tope de brett), inglesas, de sabores, de hielo, de fuego, apfelwein… es todo un universo de experiencias que no os debéis perder. Exceptuando a las sidras dulces, suele resultar un producto bastante barato, más teniendo en cuenta el nivelazo que dan. Son perfectas para maridajes o wineparties largas ya que, encima, suelen tener niveles moderados de alcohol, por lo que resultan refrescantes, tonificantes y (otra vez exceptuando a las dulces) no engordan mucho.
Muy fit. Muy completas.
- Beber socairismo: o dicho de una manera técnica, vinos blancos gaditanos sin adición de alcohol. La DO Jerez realizó en 2021 un movimiento interesante al amparar bajo su sello a estos vinos, siempre y cuando lleguen, de manera natural, a 15º de alcohol.
Lo aplaudo, pero se me sigue quedando corto. Más allá de que como consumidores nos dé igual que estén bajo una DO, pienso que acoger también a los blancos que no lleguen a esa graduación sería lo inteligente, ya que estamos ante uno de los movimientos más interesantes del panorama vínico nacional. Y todo ello sin que eso signifique infravalorar el modo de hacer histórico de la región; para nada, pero igual que la RAE acepta un término cuando se generaliza su uso, pues no estaría mal que el Consejo Regulador hiciera lo mismo con estos vinos blockbuster (siempre dentro de la escala wineloverista). Que tendrán sus motivos, por supuesto, pero aquí nuestra misión es desmontarlos descorchándolos recurrentemente.
- Beber vino dulce: aquí vuelvo al consumo reivindicativo; y es que cada vez se bebe menos vinos dulce y, sobre todo, de los de nivel. Al menos eso me contaron los representantes de la parte vínica de AXA (sí, la de los seguros) que tienen en propiedad uno de mis Sauternes favoritos: Château Suduiraut. Me contaron que el consumo de estos vinos está en una retracción tal que la preocupación es enorme. Sobre todo porque no están consiguiendo renovar al consumidor. Sigue siendo el mismo de hace décadas, no se están sumando nuevos seres humanos de manera significativa. Así es que, nada, a golosear más. Es una causa fácil de apoyar.
Lo dicho, si tenéis en cuenta estas cinco reglas seguiréis a la vanguardia del consumo consciente, ideológico y, por lo tanto, winelover.
Imagen: Klara Kulikova // Unsplash
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